Adiós dinero, hola Trabajo.

La Revolución Industrial desplazó el eje central de la economía feudal basada en el trabajo hacia la actual basada en el consumo.

De sobra es conocido que la economía del consumo es de naturaleza especulativa y explotadora, basando sus principios en un crecimiento continuo e infinito, tanto poblacional como de recursos, siendo un modelo tóxico para la naturaleza y el ser humano, siendo ambos obviamente finitos.

Esa distorsión entre el modelo económico y la realidad genera un mundo de ficción, una especie de mundo feliz y de recursos infinitos, donde la única aspiración es alcanzar la suficiente riqueza como para satisfacer todas las necesidades sin emplear esfuerzo alguno, el cual, por supuesto, es considerado un coste y por lo tanto hay que reducir o eliminar; esto siempre bajo la misma premisa, o todos o ninguno. Es el mundo feliz de los idiotas.

A sabiendas, de cualquiera medianamente listo, que este mundo idílico es imposible a tenor del incremento poblacional y consumo insostenible de los recursos siendo ambos exponenciales ya desde los albores de la Revolución Industrial, son muchas las medidas o los ingenios que, desde la Alta Burguesía, han ido “apañando” a lo largo de estos dos siglos para contentar a la masa y callarla tras cada una de las crisis existenciales de este mundo ficticiamente construido. Tras cada viscitud o convulsión, siempre hay una medida igualitaria para seguir enriqueciendo el Ego, la Avaricia y la Estupidez humana; amén de callar la masa.

Acabar con este círculo vicioso, nocivo y destructivo es el Deber único y prioritario de todo Hombre y Mujer que desee ser Libre. Aprender a deshonrar, desoír y despreciar a su Todopoderoso dios dinero, su Igualitarismo, y escuchar la voz lejana que nos habla de Sacrificio, Trabajo, Amor, Lucha, Comunidad, Familia. Ese es el mundo Real que ha de vencer a la ficción. Una huida hacia la realidad, hacia la Vida, un retorno a Nosotros mismos.

Para ello no solo debe empezar a cambiar uno mismo, su psique, sino tenemos que aprender a valorar el esfuerzo y el trabajo. Hay que remodelar la economía, sí, pero no sin antes cambiar al Hombre. La economía ha de ser un servicio para la Comunidad, recentrándola el valor del Trabajo, ya que éste es su verdadero eje central y motor.

La premisa es, el Trabajo crea dinero y no el dinero trabajo. Démosle la vuelta a la tortilla.

Autor: Jaime M.

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