Si algo saco en claro de este confinamiento, es que se está politizando el miedo.
Pero antes de comenzar la reflexión, quisiera hacer un llamamiento a la calma, a no dejarse llevar por las ilusiones ni tampoco a tener miedo, un miedo completamente irracional ya que, como se sabe, la única manera de salvar esta como cualquier enfermedad, es pasándola e inmunizarse. Se sabe que el 60-70% de la población la tiene que pasar, eso no es ningún problema, no es motivo de miedo. El único y vital asunto, es cómo evitar el colapso de hospitales, y ese es el foco. Lo demás, son invenciones para generar debates inútiles y vacíos; aumentar la incertidumbre para generar el Caos y así, ganar tiempo para ultimar el golpe hacia un reordenamiento mundial, que se lleva intentando los últimos dos siglos y más claramente, los últimos 50 años, desde el famoso mayo del 68.
El coronavirus se ha vuelto una excusa perfecta para proceder con un cambio radical para una reestructuración social y económica jamás vista. Mejor planteada y organizada que el propio golpe de estado en Rusia en 1917; si bien los actores son los mismos, las élites económicas.
Y es que estos golpes de estado se están produciendo en todos los países del mundo, sin excepción, bajo la dirección de la élite económica, para la consecución de un nuevo ordenamiento social, político y económico cuyo único fin es el control de la sociedad por medio de la tecnología y la prevalencia de su estatus; controlando nuestros movimientos, racionalizando nuestras necesidades, espiando nuestras inquietudes y adoctrinando nuestro pensamiento por medio del márquetin y la prensa.
Y esto se está logrando, apelando al miedo, que es la herramienta que tiene el sistema para subyugar y mantener recluida dentro de su redil a la población.
Esto no es una crisis sanitaria al uso, no es una simple pandemia, y a los hechos me remito: es un virus completamente atípico, aparentemente desnaturalizado o posiblemente creado según expertos virólogos y biólogos, con una capacidad extraordinaria de transmisión debido fundamentalmente a su bajo impacto (más de la mitad de la población es asintomática) y, junto a sus largos períodos de incubación (de 5 a 14 días), es el cóctel perfecto para encerrar a la población bajo una excusa sanitaria y preparar el siguiente golpe como estamos viviendo en España.
Primero, se busca la despersonalización del individuo mediante constantes ataques a la libertad de opinión como ha sido el control de bulos, la politización de la mentira a través de la desinformación y el control de la prensa a través de la financiación. Estas acciones han sido claramente llevadas a cabo por el propio gobierno, títere de los grandes intereses económicos.
Segundo, se reactiva, aprovechando la crisis económica y social de la supuesta pandemia, la alienación de nuevos colectivos a los intereses de ciertos grupúsculos político-económicos mediante la “renta mínima universal”, que a la postre no deja de ser una compra de votos.
En definitiva, la hoja de ruta socioeconómica en España es clara: es la muerte del pensamiento libre y la sumisión de la sociedad al nuevo modelo de colectivismo impuesto. Vivimos ya inmersos en la peor dictadura posible, la del rebaño, donde te dejan escoger dónde pastar o con quién, pero no eres libre para crear, pensar y construir más allá de los límites impuestos por la dictadura.
En este sistema que se está creando, no existen ni detractores ni defensores. El mundo tampoco se está polarizando en ricos o pobres, tampoco en libres o esclavos (ya lo somos, por desgracia). El mundo se está dividiendo entre clase trabajadora y una clase privilegiada, especuladora y subvencionada, por los centros plutocráticos del poder y sus gobiernos títere. Una clase diferente a otras jamás vistas, pero más parasitaria, que vive a costa del rendimiento del obrero, cuyo beneficio parte exclusivamente de su esfuerzo siendo el único que crea la verdadera riqueza. Esta clase trabajadora lleva años siendo abanderada por las pymes y los autónomos, y se han convertido, a posteriori, en el último reducto de libertad en este sistema, donde los intereses económicos mundiales aún no alcanzan todavía a controlar y que esta crisis les sirve de pretexto para destruirlo.
En España se está viviendo esto último de manera más clara, ya que, en las últimas casi 9 semanas, la población nos hemos convertido en la moneda de cambio para los objetivos del gobierno. Nos mantienen recluidos mientras se suceden miles de despidos, los autónomos y las pymes cierran, no llegan las ayudas anunciadas, se obliga prácticamente a los pequeños emprendedores a pedir créditos para pagar impuestos al Estado. En definitiva, se busca acabar definitivamente con la clase obrera y trabajadora, para ampliar así la masa de gente subvencionada y alienada al poder.
Por otro lado, se negocian las ayudas con la UE, que sólo buscan ampliar esa nueva pero creciente clase social parasitaria, y para ello qué mejor que llevar un país al caos y meter miedo al resto de países sobre una posible reacción en cadena que arrastraría al resto de Europa. Pero, si son inteligentes, no deberán caer en la trampa tendida por el gobierno de España.
Y todo ello a sabiendas que los datos puramente sanitarios, que son los ofrecidos por los hospitales, llevan mejorando a lo largo de las últimas 4 o 5 semanas, no siendo, por tanto, la gestión sanitaria la causa última de nuestro confinamiento.
El gobierno de España está tratando de ultimar su hoja de ruta, que no es más que la de las élites económicas, y qué mejor manera que mantener a la población quieta, con miedo y cuanto menos, generando dudas internas y debates absurdos, acerca de la crisis supuestamente sanitaria, dentro de la población, profundizando así en el caos inteligentemente planificado y generado por las élites e implementado por el gobierno y apoyado por una oposición silenciada.
No, esto no es una reflexión conspirativa ni conspiranoica, muchos incultos lo creerán así, es una observación de los hechos acaecidos desde finales de enero hasta hoy: las contradicciones constantes de la OMS, la ineptitud cuasi idéntica de todos los gobernantes, los mismos discursos de éstos y la prensa menospreciando el coronavirus igualándolo a una gripe, las mismas fases de reproducción de la crisis dentro de cada país, aun habiendo semanas de diferencia en el comienzo de la pandemia.
Ante esta nueva realidad, no hay que perder la calma, y ser más que nunca consecuente con uno mismo, con su gente y su familia lo primero. Debemos reconstruirnos como hombres y mujeres libres, empezando por una toma de conciencia: nuestros orígenes, raza e historia, en definitiva, nuestra Cultura. El verdadero Hombre libre es aquél que es educado en su personalidad y en mantener una consciencia colectiva, no es un títere, no es dogmático, no es ideológico ni sigue a la masa. Tiene su propio criterio, se acepta tal y como es, no tiene miedo a expresar sus ideas ni luchar por la Verdad. No tiene miedo a la muerte y mucho menos, a un “bichito”.
Jaime M.
A fecha de 15 de marzo del 2020.