Vamos señores hagan sus apuestas, dice el crupier mientras los jugadores, en su creencia de ganar, no ven que el azar siempre hace perder y alguna vez recuperar lo apostado, sin darse cuenta de lo mucho perdido. Esa es nuestra democracia, un juego para unos pocos que convierten el servicio a los demás en medrar y asegurarse un futuro que no merecen.
Hagan juego señoras y señores, que vienen otras elecciones, digo yo a este pueblo de castrados, acomplejados y envidiosos. Otras elecciones hasta que salgan elegidos los que deben, los elegidos por los amos para que nos enfrenten, nos roben, nos mientan y nos estafen siempre invocando unas ideas que ya no existen, unas diferencias que no son tales y unos compromisos que jamas cumplirán.
Otra sesión de ilusionismo, otro día de parque de atracciones, otra obra de teatro. Que la magia nos distraiga, nos divida y nos enfrente, para que ese puñado de elegidos por Soros y sus hermanos, nos pastoreen hasta el seco prado al que nos quieren llevar.
El espectáculo debe continuar.
Voy vomitar.
«Ni un muro sin pintada, ni un poema sin metralla»