La multiculturalidad es un anuncio navideño de Calvin Klein.

Machaconamente la selecta marca estadounidense Calvin Klein promociona una de sus fragancias empleando para esto a Jake Gyllenhaal -conocido por su interpretación en la película de culto ‘Donnie Darko’-, junto con la también actriz y modelo etíope Liya Kebede. Además de una niña mulata de tierna infancia. Evocan los tres un momento familiar idílico en el que los padres recitan pausadamente un poema de E.E. Cummings y todo bajo el paraguas de un blanco y negro sugestivo. Caricias y abrazos inciden en toda esta atmósfera bucólica y transformadora. Teniendo en cuenta la cantidad de propaganda publicitaria alienante que se promociona en la TV, en este caso con un apoyo explícito a la familia, tampoco se puede realizar una crítica visceral. Además estéticamente resulta intachable. Rasgo que, como deducirá nuestro amigo lector, no resulta azaroso. Un  envoltorio atractivo es la mejor herramienta para transmitir el mensaje que se desea divulgar.

Sin embargo lo curioso de este anuncio es que, a pesar de lo que uno podría pensar en un inicio, ambos no son pareja, ni la niña tiene nada que ver con ellos. ¡La familia como tal no existe! Trasteando se puede saber sin gran dificultad que Gyllenhaal no ha mantenido relaciones públicas con mujeres de otras culturas y que el ex-marido de Kebede, con el que comparte dos hijos, también es etíope. De este modo la publicidad es solo una bella historia (ficticia). Entonces, ¿por qué forzar esta relación? United Colors of Benetton, desde Italia, fue uno de los primeros negocios de ropa en abrir la veda y en crear situaciones alejadas de la normalidad con un claro objetivo. No en vano el precio de estas marcas elitistas no están al alcance de todos los públicos. Sus imágenes se convierten así casi en “deseos” imposibles (los productos, pero por defecto también las relaciones que promueven). De lo que no cabe duda es que si los responsables hubiesen optado por la “realidad”, incorporando así a los padres de la niña, el resultado probablemente hubiese sido otro muy distinto (“Real, demasiado real” casi parafraseando a Nietzsche).

La moraleja es que, aunque a una inmensa mayoría le cueste admitirlo, la multiculturalidad es como los cuentos, mayoritariamente existe en la TV y se refuerza durante las fechas navideñas.

OHKA – Diciembre de 2017.

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