Las cartas boca arriba.

Un hombre sabe a lo que se expone cuando desafía un orden. Escudarse en la multiusos y mágica democracia es propio de aquellos que poseen ideas frágiles y oscuras, interesadas y vacías. La justicia, siendo un valor cualitativo, no tiene porqué ser democrática, pues no se basa en una mayoría cuantitativa.

Por tanto, desde OHKA no hablaremos de porcentajes a favor o en contra de la independencia, ni justificaremos o no un referéndum, o una decisión judicial, en base a estos porcentajes. Esto lo dejamos en manos de la charlatanería democrática y de los periodistas del sistema. Indiferente es un 1% que un 99%. La Justicia está por encima de las sumas, la Historia está por encima de la historia.

Consideramos, por tanto, que el berrinche histórico e histérico de la burguesía catalana, ha conseguido contagiar a las grandes masas, faltas de personalidad e identidad, esta última envenenada tras décadas de adoctrinamiento educativo. Desde el renegado obrero hijo de castellanos, hasta el burgués de Pedralbes. Desde el antifascista subvencionado, hasta el heredero de fortunas familiares. Y de entre todos ellos, raro es el que no se sitúa a favor del nuevo dogma de fe que supone la multiculturalidad, el mestizaje y la globalización, chocando esta postura políticamente correcta (y éticamente corrupta, como apunta a menudo el filosofo Diego Fusaro) con la reivindicación de una supuesta identidad catalana netamente distinta de la española, siendo esto indicio de un simple odio antiespañol.

En resumidas cuentas, si los adalides de la independencia pusiesen las cartas boca arriba, en estas se podría leer un lema: Todo es bienvenido en nuestra diferencia, salvo si es español.

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