1521 y en Abril para más señas, en Villalar ajustician a quienes justicia pidiera.
¡Malditos sean aquellos que firmaron la sentencia!
¡Malditos todos aquellos los que ajusticiar quisieran al que luchó por el pueblo y perdió tan justa guerra!
Desde entonces ya Castilla no se ha vuelto a levantar ¡ay, ay! no se ha vuelto a levantar en manos de rey bastardo o de regente falaz, ¡ay, ay! o de regente falaz, siempre añorando una junta o esperando un capitán ¡ay, ay! o esperando un capitán.
Quién sabe si las cigüeñas han de volver por San Blas, si las heladas de Marzo los brotes se han de llevar, si las llamas comuneras otra vez repicarán: cuanto más vieja la yesca, más fácil se prenderá. Cuanto más vieja la yesca y más duro el pedernal: si los pinares ardieron, ¡aún nos queda el encinar!
No existe mejor resumen de lo que en 1521 se vivió en tierras castellanas que lo que dice la letra de la canción escrita por Luis López Álvarez.
Abocados al abismo del matriarcado hedonista de los tiempos venideros, conviene dar un grito de esperanza al cielo, coger aliento e identificarse de nuevo con la más grande rentabilidad del alma humana, la GUERRA. Donde se alcanza la trascendencia de la forma más honorable y más leal, con la espada.
Esta batalla deja para el recuerdo un pasaje hermoso poco o nada conocido. Mientras el pregonero se hallaba leyendo la sentencia a los tres comuneros de más talla, Juan Bravo le replicó. Padilla, al que Juan bravo tenía mucho respeto, le mandó callar, acatando la hermosa sentencia de alcanzar la muerte de la mejor forma que desea el guerrero dejando una frase preciosa para el recuerdo.
“Ayer tocó luchar como caballeros castellanos, hoy toca morir como Europeos”