Si se parte de la base en que los impuestos han de tener un carácter progresivo, el impuesto sobre el valor añadido o IVA, que grava el consumo y es igualitario para todos, ricos o pobres, es contrario a una fiscalidad justa y solidaria.
El efecto de progresividad fiscal se acaba en el momento en el que la mayor parte de los impuestos que se pagan en España son de carácter fijo (luz, agua, gas, carburantes, IVA, IBI…), siendo uno de los más perjudiciales precisamente el IVA, donde incurre en innumerables ocasiones, en una doble imposición de los tributos (luz y carburantes son el caso más clamoroso y fácil de distinguir).
Por tanto, en estos días en que se está oyendo una subida de impuestos, seremos otra vez más, la clase trabajadora, quienes volvamos a pagar los desmanes y desvaríos del mal llamado “Estado de Bienestar”, y permítanme la coletilla, “para algunos”.
Y es que resulta, que en España, contrario a lo que nos venden, somos uno de los países europeos donde la fiscalidad es de las más altas y donde los trabajadores más pagamos por mantener un barco que ya hace aguas y que, desde lo más profundo del corazón, hay que dejar hundir y fletar uno completamente nuevo.
Si bien la mentira del gobierno mantiene que la recaudación es menor, es lógico pensar que es debido a un mercado B que no tributa y que se encuentra libre de las garras de este Estado, pero ¿es legítimo este mercado B? Permítanme ser políticamente incorrecto, SÍ. Es un acto de liberación, donde los trabajadores ejercemos nuestra solidaridad y es así mismo un acto de liberación con el que poder vivir con dignidad, especialmente en los momentos difíciles como los actuales, sin el descomunal peso fiscal que ejerce el actual Estado sobre nosotros.
Si queremos avanzar hacia una sociedad más justa, este tipo de gravámenes fijos, especialmente el IVA, deben quedar totalmente excluidos, dejando exclusivamente los rendimientos del trabajo (tanto los empresariales como del propio empleado) a merced de una regulación fiscal progresiva, y por supuesto, los impuestos deben quedar plenamente al servicio del mantenimiento básico de la comunidad: educación, sanidad, seguridad y economía.
Esto no es una posición ni liberal ni estatista, ambas propias del siglo XIX, sino de Justicia. Remodelar el modelo económico y con ello el fiscal es de vital importancia para la supervivencia y el porvenir de las nuestras y futuras generaciones. Acabar con la creencia del eterno crecimiento que abogan los nuevos capitalistas de estado, abanderados por los socialdemócratas, y también con la economía de mercado promovida por los liberales, restituyéndola por una Economía del Pueblo, justa, equilibrada y por supuesto, humanizada.
Autor: Jaime M.