Liberales, populistas, conservadores, progresistas. Un amasijo de palabrería estéril incapaz de ser transmitido de forma clarividente a los oídos de un pueblo cada vez más enfermo.
Mencken “El sabio de Baltimore”, denominó el momento de forma recia y tajante.
“La democracia es la patética creencia en la sabiduría colectiva de la ignorancia individual”.
Adalides de la libertad y la rebeldía controlados todos ellos por poderes en la sombra. Poderes supranacionales, manejando a su antojo a todos estos seudolíderes cuya mejor definición es la de esclavo.
Nuestro camino es el contrario. El camino de la lucha, del idealismo, de la alegría, de la disidencia, de la transcendencia, del atacar de frente a cara descubierta a un sistema corrupto del que no quedarán ni sus cenizas. Debemos tener claro que nuestra batalla no está en las urnas. Nuestras espadas se deben mellar en el campo cultural, informativo, mediático, tan denostados en estos tiempos. Hablar poco y actuar mucho. Tomar ejemplo de los Ceferino Maestú, Narciso Perales, legionarios de la Guardia de Hierro. Al pueblo no se le gana con palabrería banal, sino con acción y trabajo.
Como rezaba Ramiro Ledesma.
“Bienvenidos los tiempos difíciles, porque ellos harán la depuración de los cobardes”
Fdo: Jesús-OHKA