Si no somos capaces de cambiar el mundo, intentemos al menos que el mundo no nos cambie a nosotros.

La decadencia no empieza por el deterioro de las ideas, sino por la forma de vida, por los deseos materiales y su manera de llevarlos a cabo. Nada sirve predicar en el desierto, aun menos cuando nadie escucha tus palabras. La charlatanería se la dejaremos a los demócratas ya que mientras ladren señal es que nosotros cabalgamos. Sordos estamos de escuchar tanto a liberales de derecha como a progresistas de izquierda denominarse “fascista” mutuamente.
Pero como la realidad son hechos, cuando tiendes a decir lo que no piensas corres el riesgo de pensar lo que dices. ¿Y qué pasa cuando estos dos elementos se anexan? Que nace de ellos hijos bastardos. Un ejemplo elocuente es el feminismo de imperiosa actualidad. Un feminismo que nace del liberalismo, no del comunismo. Se forja y se da forma a sí mismo en ambientes liberales pero la bandera es portada por los que llevan la hoz y el martillo en la camiseta. Vagos recuerdos les queda a estos jóvenes y no tan jóvenes la oratoria de Lenin o el Che Guevara. Al primero cuando propugnaba que la desviación sexual es una depravación de la clase burguesa o al segundo cuando creó en la Península de Guanahacabibes el primer campo de concentración para homosexuales, centros de reeducación y en el mejor de los casos los deportaba a Miami al grito de “sois la escoria de la revolución”. Estos esclavos (lo escribo sin comillas porque lo son) del siglo XXI, qué sin saberlo, defienden dogmas que lejos de buscar la ya más que alcanzada igualdad en derechos de la mujer, solo buscan la desintegración de la familia tradicional occidental cimentada en la civilización cristiana. Y no lo dice el que se dirige a ustedes. Sólo basta con perder dos minutos de vuestra vida y buscar en google la conversación que tuvieron el cineasta de Hollywood, Aaron Russo , y su amigo Nicholas Rockefeller, quien CREADOR del movimiento feminista, tratándole de ignorante, le explica que el motivo verdadero no es la independencia de la mujer, sino que es alejar a los recién nacidos de la vera de su madre, adoptando al sistema como su padre a la vez que no podía permitir que la mitad de la población (mujeres) no pagaran impuestos. En el mundo hay 75 países, en el 2018, que condenan la homosexualidad, la mayoría con cárcel, y apenas 8 creo recordar con penas de muerte. Como adepto al “principio de causalidad”, que no casualidad, pongamos las cartas sobre la mesa. En esos 75 países, el cristianismo jamás puso el pie. Es gracioso ver a los lobbys feministas acabando siempre sus marchas atacando las iglesias más cercanas con pancartas en su cabecera que rezan en contra de la islamofobia. Cuan desastre y utopía debe ser el ideario postcomunista para que esta masa de aborregados aboguen por movimientos creados por supracapitalistas y se autodeterminen “progresistas”. Incluso en la URSS inicial, cuando, aunque por un camino equivocado, intentaban ser algo distinto al capitalismo, estaba prohibido algo parecido al rock, la decadencia-sexualista, el arte abstracto-basura, los progres del porro y la cerveza y toda la fauna que actualmente se autodenomina “comunista”. Estos adalides de movimientos subversivos jamás entenderán que el feminismo es un invento del capitalismo, la libertad sexual también, la juventud pasiva y drogada también, el ateísmo también, la invasión masiva también, la ludopatía también, y así podríamos rellenar cien folios, pero no conseguiremos nada, no hay mayor esclavo que el que se cree libre sin serlo que diría Von Goethe. Que a gusto se siente uno al calor de las llamas de la “tercera posición”, con la tradición como estandarte. Quizá si nos quedamos solos es que sobraban los demás. Parafraseando a Erasmo de Rotterdam me sorprende la hipersensabilidad de algunos hombres, a quienes ofende todo lo que no sean alabanzas. En vez de orar y brindar honores a nuestros héroes se hacen fiestas para ofendiditos de linaje extranjero, se los proviene de toda ayuda material para que recuperen fuerzas que la usarán para violar a nuestras hijas. El mundo está al revés, pero esta continua lucha contra la naturaleza no tiene otra respuesta que ésta se revele y como madre todopoderosa reduzca todo a cenizas y solo quizá podamos construir un hombre nuevo.

Autor: Jesús Bermejo

“Vivir de acuerdo con la tradición significa dar forma a la propia existencia,
Siendo un exigente juez para con uno miso, volviendo la propia mirada
Hacia la despierta belleza de nuestro corazón, en lugar de hacia la fealdad de un mundo en descomposición”

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