Un camino para la reconstrucción.

Apartar el dinero de nuestras vidas, no es utopía sino deber moral y primer paso para la liberación.

Desde el triunfo de la burguesía con Revolución Francesa y sus posteriores revoluciones liberales a lo largo del siglo XIX, el mundo ha quedado preso de intereses económicos y financieros. Camuflados bajo la bandera de los derechos del ciudadano y civiles, de la libertad y la democracia, no hay más que un mercado de divisas y valores. A eso se ha reducido el mundo.

Y entonces, ¿por qué se llevan creando nuevos “derechos” o nuevas “libertades” desde la Revolución Francesa? La burguesía siempre ha estado cómoda en el caos, generando terremotos sociales donde sacar beneficio económico, mercadeando con personas y destruyendo cualquier principio moral que le impida actuar a su antojo, ya que su moral es el dinero. “Divide et Impera”.

No existe entre ellos los Pactos de Caballero, ni tampoco la Palabra. Si bien, son muy hábiles creando nuevos mercados, ¿cómo? Confundiéndolos con derechos. ¿Derecho al cambio de sexo? Mercado de clínicas y farmacéuticas. ¿Derecho al aborto? Mercado de clínicas y farmacéuticas. ¿Derecho de libre circulación? Deslocalización y explotación en países menos desarrollados. ¿Libertad de expresión? Creación de su prensa y su opinión pública.

Tras la democratización y declaración de derechos es donde la burguesía y el dinero se esconde. Son el envoltorio del regalo. No, la democracia no ha traído la igualdad como tampoco los derechos han traído la justicia. La Igualdad y la Justicia se basan en valores como el Respeto y la Diferencia, pero eso, al dinero, no le gusta, pues el dinero es el único medio igualitarista y no entiende de respeto, pues es de naturaleza tramposa.

¿Y por qué la Justicia se basa en la Diferencia? ¿Acaso no debemos ser iguales? Ese es otro tópico para desmontar. La Justicia debe juzgar hechos, sí, pero también repercusiones. Debe basarse en el principio de reparación. Pongamos un robo de 1.000€, no es el mismo daño potencial que se los roben a un millonario que a un humilde, y sin embargo el hecho es el mismo, pero ¿y el daño moral? ¿y las consecuencias derivadas? También han de tenerse en cuenta. Por ello la Justicia debe atender a la Diferencia.

El culmen del triunfo burgués, el igualitarismo, que es el fundamento de toda injusticia. Desde la Revolución Francesa inclusive, la bandera del igualitarismo es la que se ha alzado en todas sus revoluciones. Aparece en todas sus declaraciones habidas desde 1789. Buscan la despersonalización del hombre, su materialización, pérdida de identidad y la igualdad extrema.

¿Y por qué una élite económica iba a pretender acabar con sus propios privilegios? ¿Acaso no es un suicidio? Todo lo contrario, sus privilegios radican en el control de la masa, ellos, que tienen el dinero, lo distribuyen a su antojo, eso sí, entre sus discípulos y a todos por igual, no sea que se revuelvan contra ti. Con la Revolución y la primera declaración universal de derechos, es la Biblia del dinero, el papel de regalo que envuelve sus privilegios. Es acabar con la sociedad Tradicional, meritocrática y aristocrática por naturaleza, imponiendo la democracia y el igualitarismo, siendo éste el modelo social más manejable.

Si se elimina el mérito y el sacrificio ¿qué queda? Egocentrismo (humanismo), individualismo (democratización), hedonismo (necesidad). La sociedad “libre” se construye sobre estos tres pilares, y su tejado, lo llaman “derechos” (bienes). Esta es la casa o el refugio de la gente moderna. Si bien más que una casa, es un mercado.

Ahora vamos al cambio espiritual, y es que, en la sociedad meritocrática Tradicional, su Alma es el Ejemplo. Ser Ejemplo para la Comunidad y el desprecio a la Debilidad, pues implica inacción, resentimiento hacia los éxitos ajenos y falta de sacrificio.

Por el contrario, en la sociedad democrática y de derechos, su Alma es el dinero, único elemento que no entiende de diferencia, ya que todos se deben al dinero. El dinero es el motor y el motivo de actuación del individuo y la sociedad; ama la debilidad, pues solo se actúa si se percibe algo a cambio, recela del éxito ajeno y valora el mínimo esfuerzo.

La Reconstrucción del nuevo mundo debe basarse en el desaprecio del dinero, remodelar los métodos de intercambio, basar la riqueza en el esfuerzo y el trabajo se ha de volver a dignificar. Aquellos que quieran ser libres no van a tener más remedio que combatir al dinero y quienes lo manejan y secundan, que es independiente al rango social o económico, como se observó en las sociedades comunistas.

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