Sincronías de la vida, o todo aquello que has pedido a voces de silencio durante un tiempo ilimitado, se presentan de repente diciéndote «Hey, malandrín, que estamos aquí todos juntos de sopetón, tu tiempo ha llegado».
Pues me he levantado con un «mañana ya esta aquí» sin darme cuenta de que el mañana es hoy.
Hoy es un día especial, y eso que me acabo de dar cuenta de lo que esperaba para después ya era presente. Pensé en volver hacer algo que me da mogollón de vergüenza, en perder la inocencia una vez mas. No por ser la fecha de hoy pensando que fuera mañana, si no por volver a nacer un día mas. Porque cada vez que despertamos volvemos a nacer, y cuando abrimos los ojos, solo importa el presente que hay ante nuestros ojos y que tenemos a nuestro alcance.
Me puse el despertador a las 7, lo apagué suavemente, me puse la radio, y pensé «5 minutitos mas» que se han convertido en un par de horas. El cambio de hora, pues yo me tomo mi cambio. Total, después de arrancarme las sabanas con ayuda de la espátula, de mirar por la ventana y dudar si salir a la terraza para quitarme las legañas al fresco, deseche la idea. Cualquiera salía ahí con la rasca que hace. Ni de coña.
Encendí la calefacción, que aunque tarde en calentar lo suficiente para no morir en el intento, siempre ayuda a consolarte. Y en ese trayecto, breve, pensé en el mañana del que aun no era consciente que era hoy. Pensé varias cosas, En varias. Son apenas 10 metros, pero es que pienso mucho y a veces se entremezclan mis pensamientos y al recordar lo pensado se vuelve una macedonia que enorgullecería al propio Dalí.
Pensé que volvería hacer lo mismo que hice, con sus errores y con sus aciertos.
Que volvería a cometer todas y cada una de las locuras que hice.
Que volvería a caer tropezando en la misma zanja.
Que volvería a reír de la misma manera.
Que volvería a hablar o a callar cuando lo hice.
Que volvería a mirar o a cerrar los ojos cuando vi o cerré.
Que volvería a pegarme o a que me rompieran la cara cuando fue.
Que volvería a robar en El Corte Ingles aquellos llaveros.
Que volvería a comer ese hígado con cebolla que me ponía mi madre.
Que me volvería a montar una y mil veces en eso que pensé nunca haría.
Que me volvería a romper la clavícula con tal de volver a oír la voz de mi madre cuando ya se había ido avisando de mi caída. Bueno, eso no, que duele bastante.
Que volvería a irme de ese trabajo en el Real una y mil veces aunque me lo pasaba del carajo.
Que volvería acudir cada noche al Gaviria o a cualquier antro de mierda con los compañeros del Real.
Que volvería a sentarme frente a frente con mis fantasmas.
Que volvería a nacer mil veces en donde nací, y volvería a enamorarme como la primera vez para cerrar el circulo de las heridas del corazón.
Todo eso he pensado en apenas 10 metros de distancia. En volver a nacer, en volver a enamorarme, en volver a reír, en volver a vivir.
Porque eso es la Vida, volver a nacer cada vez que te levantas y disfrutar del tiempo, de cada minuto, de cada problema que te surge, de cada aliento. Y todo eso, sin saber que mañana era ya hoy, y cumplo cuatro meses desde que me vine aquí.
Que cada noche que apagas la luz y cierras los ojos, empieza un nuevo renacer.
Que el pasado fue ayer, que volveré hacer, pero que el presente es lo importante, es lo mas importante que has de vivir.
¡Chimpun! Cuatro meses aquí ya y me encanta. Y me encanta perderme en mis pensamientos, en mis ilusiones, y en mis sueños, aunque se me peguen las sabanas, porque cada día se vuelve a Vivir.
F.PdR